ANATOMÍA DE UNA CUEVA
En el génesis del mundo:
El agua fluía.
Primigenio respiro de la vida;
El latido original;
La primera gota del diluvio.
En la humanidad perdida y ausente:
El agua fluía.
Gota a gota.
Acaricia. Seduce: Forma a la piedra
Como una divinidad forjadora.
Hefestico ente inerte que forja
Gota a gota.
Y así nacimos,
De la lluvia y el barro;
De alguna sangre sagrada.
Bebimos la gracia de ese elixir
Y en toda nuestra existencia; En lo absoluto del tiempo.
Mientras aprendíamos a caminar
Y tropezábamos con la vida; Inexpertos homínidos.
En todo ese tiempo,
La roca cede. El agua fluye.
Tortura. Erosiona: Moldea la montaña a su antojo.
Año tras año,
Tras año; Tras año.
Hasta romper el tiempo.
Mientras existimos en la banalidad.
Mientras escribo este verso.
Mientras existimos añares tras añares,
El agua fluye y crea gota a gota.
Entonces me adentro en la boca del acantilado;
En los labios de la creación fluvial;
En el susurro del arquetipo hídrico;
En el acuífero beso de la poética.
Entro en la anatomía de una cueva virgen.
Banderas y columnas.
Estalactitas y estalagmitas.
Todo como un cuerpo;
Como una red sanguínea inerte
De conexiones que se bifurcan entre sí,
Hasta los abismos oscuros en el interior
De un titán de piedra.
Todo forjado gota a gota.
Cueva; Corpus.
Organismo; Gruta.
Caverna; Cuerpo.
En la natura sabía,
El agua fluye.
Destruye y deteriora;
Reconstruye y sana;
Gota a gota.
Erudita y prodigiosa Gea
Que corrompe la montaña por dentro,
Gota a gota para que nazca una estalactita
Que extiende inhumanamente su brazo
Para encontrarse con una estalagmita,
Y así volver a ser montaña.
Y nosotros:
Estándares de la ignorancia.
Filisteos de nuestra insignificancia en la natura,
Somos para el universo:
Una diminuta y única gota
En la formación de una cueva.
Somos una gota de creación.