LEJOS DE MÍ

     Nunca cerré la libreta con tanta tristeza como la que me acechó hoy. Me dolió tanto volver a este mundo, de cascadas de tinta y arboles de papel, e irme sin dejar ni una remota huella de mi insignificante estadía. Sincerándome, no esperaba escribir un poema entero, pero ni una frase; ni una rima; ni un garabato en el margen; con la frustración de diez (doce) años de entrenamiento fueran diez años de tinta derrochada.

     Y ahí nace el sufrimiento de ser consciente que me pierdo a mí mismo, de que el viaje de crecer me desvió de la estación, pero al final no hay más camino que el desvió en sí.

     Así entró en una infinita noria de preguntas sobre mí; una rueda de prensa de egoísmo e introspección salvaje en la que mi mayor planteo es si el sacrificio de mi presente pagará la alegría de mi futuro.

     Siempre hablé en mis textos de la abismal diferencia entre ser artista y ser humano, y del equilibrio en el que me mantuve como protagonista y antagonista de mi propia existencia. Hoy con gusto a fracaso y pena admito mi error, porque nunca estuve tan lejos del arte y tan cerca de la triste humanidad.